Destruir al ISIS

29 08 2014

Fuente: dailymail.co.uk

La situación en Iraq ha sufrido un cambio radical de escenario en este mes de agosto. A principios del mes, los terroristas del ISIS se encontraban atacando el Kurdistán, el gran aliado de Occidente y especialmente de Estados Unidos en la zona. La respuesta, frente a esta agresión y frente a las purgas genocidas que el ISIS está llevando a cabo contra cristianos, yazidíes y en general cualquiera que no esté a la altura de su ideal de “pureza islámica”, han significado que, como adelantábamos en La caída de Iraq, la respuesta internacional a sus salvajes acciones hayan situado al grupo terrorista en una posición en la que le resultará imposible ganar la guerra que ha comenzado.

Es la tesis de esta asociación, desde que comenzó el conflicto (o se intensificó) con la caída de Mosul el 10 de junio, que se trata de una guerra en que el ISIS no tiene capacidad ninguna de vencer. Con todo, también hemos afirmado, y mantenemos, que su derrota posiblemente no sea rápida, y que habrá que trabajar en varios planos para erradicar su amenaza e impedir que se reproduzca. En síntesis, se podría plantear que, junto al ámbito puramente militar, es tanto o más importante atacar al grupo terrorista en los ámbitos económico y, muy especialmente, ideológico.

Plano militar:

En Samarra: una nueva esperanza, una nueva amenaza (15.06.14) comentábamos que el ISIS había cometido su primer error demasiado pronto, obstinándose en tomar Samarra. Los terroristas lanzaron al menos dos ataques contra la ciudad en la madrugada del trece al catorce de junio, y uno más al mediodía del catorce, pero no lograron tomarla. Desde ese momento, su avance hacia el corazón del país quedó truncado, lo que permitió que el desmoralizado Ejército iraquí se reagrupara, que se rearmaran las milicias chiíes que llevaban inactivas desde el final de la guerra sectaria en 2008 y que los kurdos movilizaran a sus tropas. El ISIS seguiría controlando gran parte del territorio conquistado y ampliando sus zonas de influencia, pero desde esa batalla perdida la iniciativa de los movimientos militares dejó de ser exclusivamente suya.

Es fácil ver por qué el ISIS ha favorecido una estrategia de guerra relámpago: al margen de las implicaciones propagandísticas que tiene un avance arrollador, los terroristas necesitan moverse rápido por su carencia de capacidad antiaérea destacable. La orografía de Iraq, que salvo por las montañas fronterizas con Turquía en el extremo norte es esencialmente plano, permite que los ejércitos se muevan a gran velocidad, pero les deja expuestos al ataque de la aviación enemiga. Sólo en las ciudades se puede obtener refugio frente a los bombardeos. La Fuerza Aérea iraquí cuenta con muy pocos efectivos, pero aún así fue capaz, contando con la colaboración de Irán, de ocasionar graves daños a las columnas de vehículos del ISIS y de limitar relativamente sus movimientos.

La irrupción de la Fuerza Aérea estadounidense en el conflicto ha aumentado este efecto, hasta el punto de que las tropas del ISIS ya apenas pueden salir a campo abierto. En efecto, en el mes de agosto ha habido sólo dos ofensivas importantes por parte de los terroristas desde que Estados Unidos interviniera: la toma de la presa de Mosul, que apenas pudieron mantener en su poder unos días, y la toma de Jalula, defendida por los peshmerga y que cayó el once de agosto. En este segundo caso, el dieciocho de agosto los peshmerga y fuerzas especiales del Ejército iraquí[1] lanzaron un contraataque para retomar la ciudad, que según las últimas informaciones se encuentra totalmente rodeada por los enemigos del ISIS. Es decir, las ofensivas terroristas no sólo son esporádicas sino que tienen dificultad para mantener el territorio ocupado. Esto se puede notar también en el número de bajas sufridas: siguiendo los reportajes del Institute for Study of War – Iraq[2] y de otros medios, los terroristas han sufrido entre 1.800 y 2.000 muertes desde que comenzó el conflicto en junio, de las cuales más de la mitad se han producido en agosto.

La consecuencia positiva de esta situación es que la iniciativa en las operaciones militares ha terminado por decantarse completamente del lado de los defensores del Estado iraquí, y lo previsible es que esto se mantenga salvo que el ISIS sea capaz de llevar a cabo algún golpe inesperado y de grandes implicaciones. La consecuencia negativa es que, para huir de los ataques de la aviación estadounidense, los terroristas están tomando dos decisiones que harán que el conflicto se enquiste: en primer lugar, muchos están retornando a Siria[3], donde la Fuerza Aérea estadounidense no puede de momento perseguirles (si bien ya se están tomando medidas para llevar la persecución hasta el país vecino); en segundo lugar, el ISIS se fortificará en las ciudades, donde los ataques de la aviación no pueden causar las mismas bajas que a campo abierto y donde se corre el riesgo de dañar a la población civil, algo que el ISIS podría usar como baza ideológica. Esto quiere decir que, para erradicar la amenaza terrorista, el Ejército iraquí y los peshmerga se verán obligados a luchar cruentas guerras en escenarios urbanos en los cuales la derrota de sus enemigos, aunque a la larga sea inevitable, resultará con gran probabilidad muy costosa en tiempo y vidas.

Plano económico:

Se ha afirmado en distintos medios, y con bastante razón, que el ISIS es el grupo terrorista mejor financiado de la Historia. Algunos analistas estiman que sólo con el contrabando de petróleo pueden recibir dos millones de dólares diarios. Esto se traduce en una gran capacidad para adquirir equipo y tecnología militar y para contratar mercenarios, incluso tropas lo suficientemente adiestradas como para saber manejar armamento y sistemas tecnológicos avanzados[4]. Evidentemente, para debilitar la capacidad militar del grupo es por tanto muy importante cortar sus fuentes de financiación.

Hay que tener en cuenta que las donaciones de particulares o quizá Gobiernos no han sido, probablemente, la principal fuente de ingresos del ISIS en el pasado. Junto a estas donaciones, que indudablemente se dan, los terroristas han ingresado mucho dinero procedente de las extorsiones, los secuestros, los saqueos de entidades financieras y la gestión de infraestructura energética. De todos ellos, los secuestros es la única fuente que a día de hoy seguramente mantiene la importancia que tuviera en el pasado, o quizá incluso aumente, pero las restantes han quedado dañadas: las extorsiones se podían practicar cuando el ISIS era una fuerza encubierta y la vigilancia sobre el grupo era más laxa, pero ahora le resultará más difícil practicarla dado que todo Iraq está movilizado contra la amenaza; y, en las zonas que el ISIS ahora controla, el comercio está prácticamente interrumpido y la economía lo suficientemente dañada como para que la extorsión (o la “recolección de impuestos”) deje de suponer una fuente de ingresos al mismo nivel que pudiera serlo antes. Los saqueos de entidades financieras no se pueden producir si no se conquista nuevo territorio, algo que ya hemos visto se ha vuelto muy complicado para el grupo, al menos en Iraq. Y, finalmente, la gestión de infraestructura energética y la venta de la producción, especialmente de petróleo, está otorgando al grupo terrorista unos importantes ingresos, pero previsiblemente menguarán a medida que se vean forzados a, como hemos visto antes, retirarse a las ciudades y por tanto perder el control sobre la infraestructura. Esto es algo que está sucediendo ya: el 28 de agosto, los terroristas han quemado varios pozos petrolíferos a medida que huían de un ataque kurdo cerca de Mosul, lo que significa que han renunciado ya a su control[5].

Por el momento, es probable que el ISIS pueda mantener un nivel elevado de ingresos sin depender decisivamente de la financiación externa. No obstante, a medida que la economía en las zonas ocupadas termine de desmoronarse y su control sobre las infraestructuras energéticas se pierda, la dependencia del exterior será mayor. Es de gran importancia identificar bien quiénes son sus financiadores y actuar contra ellos. Las sanciones de las Naciones Unidas a determinados individuos que podrían ser financiadores del movimiento son, aunque limitadas, un buen punto de partida para comenzar el acoso financiero al grupo. No obstante, se deberá vigilar que realmente se implementen estas sanciones, pues la única consecuencia (al menos visible) que han tenido hasta ahora ha sido la detención durante cuatro horas de un clérigo kuwaití que fue posteriormente liberado sin cargos.

Este asedio se vuelve más difícil cuando se trata de Gobiernos o personas relacionadas con Gobiernos. En el propio Kuwait, Estados Unidos se ha quejado varias veces de que se hace la “vista gorda” con la financiación de grupos terroristas, llegando incluso a señalar como financiador del Frente Al-Nusra a Nayef Al-Ajmi, Ministro de Justicia y Asuntos Islámicos del país. Hace poco, Gerd Müller, el Ministro alemán de Cooperación Económica y Desarrollo, denunció que el Gobierno de Qatar estaba financiando al ISIS: Qatar, por supuesto, lo negó, y el Gobierno alemán ya ha pedido disculpas por las declaraciones de su miembro.

Plano ideológico:

El ISIS está extendiendo su ideología violenta principalmente por medio de una ofensiva militar, pero no por ello debe considerarse que este sea el único ámbito en el que se debe producir su derrota. Sin una retórica que aniquile las bases ideológicas del grupo, éste no podrá ser derrotado porque recibirá un apoyo popular que reforzará sus líneas e, incluso en el caso de que fuera vencido, su amenaza se volvería a reproducir en el corto o medio plazo.

Dada esta situación, el enfoque con el que Estados Unidos y todo Occidente se está aproximando al conflicto es sumamente inteligente: los Gobiernos occidentales pueden y deben prestar ayuda a Iraq, no sólo humanitaria sino también militar o, incluso, apoyar con ataques aéreos como hace Estados Unidos[6] y, a lo sumo, operaciones encubiertas de grupos de fuerzas especiales. No obstante, ningún soldado occidental debe poner un pie en Iraq, porque si así lo hicieran le resultaría muy fácil al ISIS recurrir a su propaganda del “mundo musulmán” amenazado por los “cruzados del Occidente cristiano”.

El ISIS, y algunos medios occidentales, están intentando presentar este último conflicto como un enfrentamiento entre civilizaciones. No hay tal, porque el ISIS difícilmente representa ningún tipo de civilización: es barbarie en estado puro, quizá apoyado en avances tecnológicos y tácticas militares avanzadas, pero barbarie en definitiva. El ISIS, incluso aunque su demente líder se haya proclamado Califa, no representa en modo alguno al Islam, y es importante que los propios musulmanes y especialmente sus líderes religiosos extiendan este mensaje para evitar que los terroristas puedan continuar reclutando adeptos. Las declaraciones procedentes de Al-Azhar, una de las más importantes mezquitas del mundo musulmán suní, y del Sheikh Abdul Aziz Al-Sheikh, la mayor autoridad religiosa de Arabia Saudí, ambas condenando al ISIS y explicando que supone una amenaza también para el credo mahometano, son sin duda un avance, pero las naciones musulmanas no pueden quedarse en una mera declaración de principios, sino que deben tomar medidas activas para perseguir de forma eficaz a quienes favorezcan de cualquier manera el salvajismo del ISIS.

Con todo, la consecuencia más importante de evitar que el conflicto tome una dimensión favorecedora a los intereses de los terroristas es que se debe reconocer y ayudar a que sean las fuerzas armadas e instituciones iraquíes las que lleven el peso de la ofensiva contra el ISIS en Iraq. El grupo, con sus acciones demenciales, ha declarado la guerra a toda la Humanidad, pero principalmente a Iraq, cuyo Gobierno es elegido de forma democrática[7], es legítimo y es un país soberano. Además, los terroristas se están dedicando a explotar las divisiones sectarias del país, algo que debe ser evitado si se quiere que Iraq tenga viabilidad como Estado y por lo tanto se alcance una paz duradera en la región. En este sentido, las noticias son esperanzadoras: aunque sea sólo en el plano militar, árabes y kurdos están colaborando estrechamente en la defensa del país contra el ISIS, y han alcanzado logros destacados en esfuerzos conjuntos como la reconquista de la presa de Mosul. Tras la dimisión de Al-Maliki y el nombramiento de Haider Al-Abadi como Primer Ministro del país, varias tribus suníes de Anbar que habían amenazado con unirse a los terroristas si Al-Maliki no dimitía han jurado ya lealtad al nuevo Primer Ministro (quien, como Al-Maliki, es chií) y están hostigando al ISIS en Ramadi. Esta reconciliación entre los elementos principales de la sociedad iraquí es todavía precaria, y puede verse rota por incidentes como la matanza de suníes que una milicia chií desató recientemente en una mezquita en Diyala, pero es importante ver que poco a poco empieza a nacer una conciencia entre todos los iraquíes de que sólo podrán alcanzar seguridad y estabilidad si cooperan entre sí. Lo cual, a su vez, triturará las bases sobre las que se asienta el mensaje ideológico del ISIS, al impedir que presente sus matanzas como una “resistencia legítima” de suníes contra chiíes y musulmanes contra occidentales.

Conclusión:

Desde que el ISIS atacó Mosul en junio se vio, al margen del pánico que provocó en los tres primeros días de conflicto su ataque relámpago, que era imposible que pudiera ganarlo en términos puramente militares. No obstante, es posible que ni siquiera estuviera en la mente de sus líderes el vencer en términos convencionales, sino simplemente crear un estado de caos tal que, incluso aunque sus conquistas fueran retomadas por el Ejército iraquí o por otro contendiente, la presencia e influencia del grupo siguiera siendo lo suficientemente poderosa. Esto sí es un peligro real para el cual la respuesta militar no basta.

La Historia muestra que es posible que un grupo terrorista o paramilitar se haga con el control de parte o todo un Estado, como ha sucedido en Afganistán, en Somalia y en partes de Pakistán, pero sólo en situaciones de vacío de poder. Allá donde las instituciones del Estado son fuertes, eficaces y están cohesionadas, nunca un ataque de naturaleza terrorista ha conseguido desbancarlas. Es por ello que la derrota del ISIS pasa necesariamente por el fortalecimiento de las instituciones de Iraq, tarea que corresponde principalmente a los iraquíes. Si esto se consigue, el ISIS habrá perdido todo su sustento ideológico y con ello su razón de ser.

GIN Revista

 

[1] Según algunos medios se trata de la “Fuerza Dorada”, un cuerpo de élite de dos mil hombres que ha sido muy importante en la reconquista de la presa de Mosul.

[2] http://iswiraq.blogspot.com/

[3] Hay rumores en Iraq que afirman que Abu Bakr Al-Bagdadi ha abandonado Mosul y ha vuelto a Siria, aunque es muy difícil conocer el grado de credibilidad de los mismos.

[4] Varios medios estadounidenses han alertado recientemente de que el ISIS espía las posiciones del Ejército sirio mediante drones.

[5] http://www.dailystar.com.lb/News/Middle-East/2014/Aug-28/268795-isis-burn-3-iraq-oil-wells-as-kurds-attack.ashx#axzz3BilRE1Ql

[6] Australia y Gran Bretaña están barajando mandar también a sus respectivas fuerzas aéreas a bombardear al ISIS.

[7] Aunque bajo el Gobierno de Al-Maliki no siempre se haya comportado como tal.


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24 09 2014
Ataque al corazón del ISIS (24.09.2014) | GIN

[…] no es tan necesaria como lo es en el aspecto ideológico y económico, tal como explicábamos en Destruir al ISIS. Y si bien ha habido ya ejecuciones de personas supuestamente relacionadas con el terrorismo en […]

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